La palabra “mudra” se traduce como “sello” y también como “gesto”. El término “sello” se refiere a que estos gestos, que pueden realizarse con las manos, con partes específicas del cuerpo o con todo el cuerpo, modifican la libre canalización de la energía y, por ende, los circuitos internos. Esto repercute en muchos factores internos, como la atención, la percepción, la respiración, la actividad muscular, la concentración, entre otros.
Las mudras también pueden involucrar la postura corporal, la respiración y el movimiento de los ojos y la lengua. Se han utilizado durante siglos en la práctica del yoga, la meditación y la curación en la cultura hindú y budista.
Se puede incorporar un mudra en una postura específica o asana, en un pranayama, en un ejercicio que involucre o contenga bandhas, o simplemente como un gesto que se realiza con las manos.
Dentro del marco del Yoga, podemos clasificar las mudras de diferentes maneras, según la parte del cuerpo con la que se realicen, si son internos o externos, si involucran, despiertan o armonizan la energía de un chakra u otro, entre otros aspectos.
En el libro de Swami Satyananda Saraswati, “Asana, Pranayama, Mudra, Bandha”, se distinguen: https://www.iberlibro.com/buscar-libro/titulo/asana-pranayama-mudra-bandha/autor/swami-satyananda/
– Hasta mudras (mudras que se realizan con las manos)
Para percibir los cambios internos que se producen al colocar un mudra en las manos, es importante hacerlo con los ojos cerrados y en un estado interno de pratyahara, para desarrollar una conciencia más refinada y percibir los cambios sutiles que se llevan a cabo. Con el tiempo, la percepción se vuelve más sutil y los cambios más evidentes.
En la práctica del yoga y meditación, se cree que los dedos de las manos están asociados a los cinco elementos: tierra, agua, fuego, aire y éter (también conocido como espacio). Estos elementos se corresponden con diferentes aspectos del cuerpo y la mente, y trabajar con los mudras puede ayudar a equilibrarlos y armonizarlos.
Al trabajar con mudras, se utilizan diferentes combinaciones de dedos para crear diferentes patrones de energía en el cuerpo. Cada mudra tiene un propósito específico y puede utilizarse para equilibrar diferentes aspectos de la mente y el cuerpo.
– Mana mudras (mudras que se realizan con partes del cuerpo ubicados en la cabeza, como los ojos, los oídos, la nariz, la lengua y los labios)
Los cambios que producen estas técnicas son más intensos y profundos que los que se realizan con las manos. Por lo tanto, podríamos decir que las mana mudras inciden directamente en las envolturas mental y psíquica (manomaya y vijñanamaya kosha) que conforman la configuración de los shariras, los diferentes cuerpos que nos componen.
– Kaya mudras (mudras de posturas)
Se utilizan posturas físicas con técnicas de respiración y concentración. En esta categoría se incluyen Vipareeta karani mudra, pashinee mudra, prana mudra, yoga mudra, manduki mudra y tadagi mudra.
– Bandha (mudras de bloqueo)
En este apartado se incluyen prácticas que además de kaya mudras (posturas), combinan bandhas o cierres energéticos como moola bandha, uddiyana y jalandhara bandha. Las técnicas que enumera son las siguientes: maha mudra, maha bheda mudra y maha vedha mudra. Tradicionalmente, los bandhas se han clasificado como mudras.
– Adhara (mudras del perineo)
Podemos encontrar a ashwini mudra, vajroli o sahajoli mudra, todos ellos mudras internos que redirigen el prana desde los centros energéticos inferiores hacia los superiores.
Al usar un mudra durante la ejecución de las posturas, la concentración aumenta y la atención se enfoca en el “sello” en lugar de dispersarse en el esfuerzo físico. Esto puede ayudar a dirigir la mente a un punto específico y propiciar un estado de mayor equilibrio emocional.
Además de los cambios a nivel mental en cuanto a atención y concentración que hemos comentado, la práctica de mudras durante las posturas de yoga también puede producir cambios internos a nivel físico, incidiendo en músculos, ligamentos y articulaciones. Las mudras también pueden aumentar la energía del cuerpo y estimular el sistema nervioso, ayudan a activar ciertos canales energéticos y chakras del cuerpo, mejorando el flujo de energía.
En consecuencia, podemos afirmar que las mudras son útiles para mejorar la concentración, equilibrar las emociones y aumentar la conexión con la energía del cuerpo.
Cuando utilizamos mudras en la práctica de Yoga, las clases se convierten en un flujo de energía que nos permite trabajar en la concentración, armonización emocional y claridad mental. Las mudras aportan una dimensión adicional a la práctica, brindando calma, integración y descubrimiento del cuerpo y las sensaciones internas. Podemos descubrir como desarrollan una mayor percepción sensorial interna, lo que permite ir más allá de los sentidos burdos y del uso cotidiano que hacemos de ellos. De esta manera, las mudras nos ayudan a desarrollar una percepción más sutil y profunda.
En resumen son una herramienta preciosa que pueden enriquecer la práctica de yoga, aportando beneficios tanto a nivel físico como mental y emocional.
Las mudras ayudan a enfocar la mente y la atención, lo que es esencial durante la práctica meditativa. Cuando la mente está concentrada, es menos probable que se distraiga con pensamientos, lo que facilita el acceso a la meditación.
Podemos decir que tienen un efecto calmante y equilibrante en el cuerpo y la mente, lo que mejora el estado de ánimo, la claridad y la tranquilidad mental. La meditación también está condicionada por la postura y mudra utilizado durante la práctica.
Cuando meditamos con un mudra, parece que ayuda a estabilizar, potenciar y recoger el estado de interiorización necesario para emprender la práctica. Aporta un extra de concentración, aptitud propicia y equilibrio energético.
Al utilizar un mudra específico, se puede acceder a diferentes estados de conciencia y facilitar la entrada en un estado meditativo más profundo. En resumen, las mudras pueden ser una herramienta muy útil para aquellos que buscan profundizar en su práctica de meditación.
Para percibir los cambios que aporta la instalación de mudras y diferenciar entre los diferentes tipos, es necesario desarrollar una percepción más sutil a nivel sensorial. Los sentidos son nuestros conectores hacia el mundo externo y nos proporcionan información del espacio que nos rodea. Sin embargo, cuando deshabilitamos voluntariamente los sentidos, cerramos los ojos y nos conectamos con las sensaciones internas, es posible percibir muchos cambios. Quizás no sepamos distinguir ni explicar qué es lo que sucede, pero seremos capaces de saber que algo se ha modificado claramente. Con elementos sencillos como la atención y la respiración, la mayoría de las personas suelen percibir cambios.
Combinar mudras hace que se intensifiquen los cambios percibidos y los beneficios que cada uno de manera individual aporta. Cuanto más practiquemos y desarrollemos la conciencia a nivel sutil, mayores beneficios obtendremos del trabajo con mudras.
También los mudras pueden enlazarse formando secuencias, podemos comenzar con un mudra y continuar moviendo los brazos y las manos a otro diferente y enlazar de esta manera tres, cuatro o más de cinco mudras. Es un proceso de creatividad y conexión sutil, potenciando la activación de centros energéticos en función del trabajo de las secuencias o de la armonización de recorridos psíquicos.
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