A mediados de Agosto se produce la lluvia de las Perseidas «estrellas fugaces» que sucede todos los años hacia el 12 de agosto. La observación del cielo nocturno no es habitual en la vida urbana. A veces, apenas levantamos la vista hacia las estrellas y, aún si lo hacemos, nos resulta difícil orientarnos en el cielo. Más allá del conocimiento astronómico, mirar al cielo puede cambiar nuestra perspectiva. Nos vincula con nuestra esencia naturaleza y nuestro lugar en el universo.
Conectar con la naturaleza puede contribuir a tomar distancia con las presiones diarias y tomar perspectiva de nuestros problemas. Esto es especialmente cierto para la naturaleza nocturna, estar en contacto con la naturaleza por la noche.
Varios estudios sobre la observación de estrellas sugiere que esta actividad, además de aumentar la conexión con la naturaleza, puede tener efectos positivos en el aumento de emociones positivas y disminución de distrés psicológico. (Actividad física, naturaleza y bienestar mental: una revisión sistemática https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1578-84232022000200006)
Yendo más allá de la astronomía, la emoción que nace del conocimiento científico del universo puede servir de faro en una sociedad que parece haber perdido «la estrella del norte». Conscientes de esta potencialidad, podemos explorar y expandir esta idea.
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