En ocasiones me pregunto ¿qué necesito para aliviar mi sufrimiento? Y siempre encuentro un descanso cuándo acepto mi imperfección humana, cuándo no me juzgo con dureza y no permito que otros me silencien. Se exige mucha consideración y respeto por una misma, una piel blanda impregnada de amor y una espalda fuerte construida con valentía. Y un corazón indómito, capaz de soportar la tensión de mantenernos atentas a los problemas del mundo, a la lucha por la justicia y la paz, y de cultivar, al mismo tiempo momentos de alegría. Mostrarnos con nuestra vulnerabilidad y nuestra valentía, fuertes y amables, al mismo tiempo.
La vulnerabilidad implica incertidumbre, riesgo y exposición emocional, pero no equivale a debilidad. Al contrario la vulnerabilidad es nuestra medida más precisa de valentía.
La autocompasión no es para débiles, no es sólo cuidado y ternura, también puede ser enérgica y dinámica. Cuándo lo que necesito es protegerme de un daño potencial, habrá que practicar la bondad con una misma, pero de forma valiente, establecer límites, saber decir no, ser fuertes. Por ejemplo, el impulso por cuidar a los hijos e hijas ante la adversidad, los trabajos que hacemos por el bien común, cuándo arriesgamos la vida por salvar a alguien, etc. Sharon Salzberg lo define como: Amor fuerte que reúne bondad, claridad, fuerza, equilibrio y acción.
Cuándo el fin de la autocompasión es protegernos de un daño, personificamos la claridad valiente y empoderada.
Hay una gran diferencia entre autoestima y autocompasión. Y entre autocompasión tierna y fiera (elementos Yin y Yang de la autocompasión)
Mientras que la autoestima sólo aparece cuándo todo va bien y nos deja tirados cuándo las cosas van mal, justo cuándo más la necesitamos, la autocompasión no exige sentirnos mejor que los demás, no necesita de la aprobación de los otros, no requiere que las cosas estén bien. El único requisito de la autocompasión consiste en ser una persona imperfecta. Es una fuente constante de apoyo y refugio.
¿Y cómo apropiarnos de la noción de enfado de una forma transformadora y constructiva, sin vergüenza ni censura?
Kristin Neff habla de la autocompasión fiera, que se sirve de la energía de la acción. Nuestra fuerza es más eficaz cuándo es bondadosa porque combina fortaleza y amor. Atrevernos a tomar decisiones cuándo corresponda, aún sabiendo que pueden ser imperfectas, y tener la capacidad de ir corrigiendo y calibrando.
Podemos utilizarla también para nuestro viaje de crecimiento y sanación al tiempo que luchamos por la justicia social.
En un momento de decisión, lo mejor que puedes hacer es lo correcto, lo segundo mejor es equivocarte, y lo peor de todo es no hacer nada.
Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.
ACEPTAR